Don Esteban Garibay y Balmaceda rico comerciante y terrateniente de la ciudad de México en el año de 1715 de nuestra época, se levantó muy temprano en la madrugada del día de hoy domingo; piensa asistir a la plaza mayor de la cuidad, es día de subasta de esclavos negros recién traídos del Puerto de Veracruz; vienen viajando en barcos desde el lejano continente africano. Serán vendidos al mejor postor, desempeñarán cualquier trabajo que les asigne su amo, señor y dueño de su vida, así lo señala su condición de esclavo.
Ya ha visto algunos carteles que anuncian venta de esclavos que ya tienen tiempo en la región pero a él le interesa un lote de hombres fuertes, nuevos, recién llegados que desempeñen por más tiempo y con mayor productividad las labores en que les piensa poner a trabajar en su hacienda en el campo; en el ingenio azucarero.
Los indios que laboran en su finca se dedican principalmente a la agricultura y la crianza de sus animales, ellos no tienen la condición de esclavos pero como si lo fueran, reciben una mísera paga por sus servicios. Algunos otros trabajan en los minas realizan trabajos muy pesados y peligrosos.
Sus hijos son españoles al igual que él y su mujer pero nacieron aquí en la Nueva España se dedican al comercio de diversos productos que se producen en la colonia; es muy difícil para ellos llamados criollos acceder a un puesto político o del gobierno, esos están reservados para los oriundos de España. Sus hijas están casadas con otros criollos al igual que ellas, es poco común que éstas se casen con españoles.
En esta época es muy común el mestizaje de las castas y si se conoce el origen es causa de un marcado rechazo.
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